Fuente Diario del Cauca
La noche del martes 11 de noviembre 2018 fue asesinado Gilberto Acosta Castro de 52 años. El reconocido líder social fue acribillado en la Manzana M, muy cerca de su lugar de residencia en Villas de Alcaraván, de la ciudad de Villavicencio, Meta.
Hasta ese sitio llegó un sicario para cumplir con el objetivo de ‘borrar del mapa’ al hombre, quien se desempeñó como líder de una asociación de desplazados. Como si se tratara de la crónica de una muerte anunciada, EXTRA publicó el pasado mes de enero detalles del asesinato múltiple que ocurrió en el sector de Caños Negros, donde el homicida llegó preguntando por Gilberto, quien en ese momento no se encontraba en el lugar y logró evadir su cita con la ‘parca’.
Infortunadamente, Acosta estaba siendo víctima de amenazas, y sus enemigos no descansaron hasta lograr callar su voz para siempre. Detrás del sangriento crimen que se perpetró alrededor de las 6:53 de la tarde de aquel fatídico día, se ocultan una serie de hechos donde el dolor y la violencia han sido protagonistas.
Oscuro comienzo
Fue el 27 de enero de 2018 cuando comenzó a revelarse la tétrica historia. En ese entonces, el hoy occiso acudió a las instalaciones de EXTRA para dar a conocer detalles del hecho de violencia donde fallecieron Juvenal Pinto, Cenón Ayala y Francisco Javier Guerrero. El homicida iba en ese entonces en busca de Acosta, y al no encontrarlo en el sitio cobró la vida de los mencionados ciudadanos.
Gilberto señaló que adquirieron tierras en Caños Negros hace un año, donde han trabajado alrededor de 200 familias, las cuales en su mayoría son desplazadas y ahora enfrentan de nuevo el horror de la violencia, esa misma que terminó cobrando su vida.
Acosta afirmó que un hombre identificado como Hernando Villalba, había realiza-do unas amenazas contra las personas de la finca donde se encontraban ubicados en la zona, argumentando que esos terrenos le pertenencian y que debían desalojarlos.
Hora final
Los meses fueron pasando y las amenazas contra Acosta seguían latentes. Aproximadamente durante cinco años recibió diversas intimidaciones, y aunque en enero logró huir de los brazos de la muerte, cerca de la misma hora en que había ocurrido la desgracia de Caños Negros, el pasado martes se sumó a la lista de víctimas fatales, al parecer por problemas de tierras.
Acosta relató en su momento que puso la situación en conocimiento de las autoridades, y lo único que consiguió fue unas visitas de uniformados de la Policía, quienes diariamente pasaban por su residencia a hacerle firmar una planilla donde costaba que le brindaban acompañamiento.
“Él pidió seguridad a la Unidad Nacional de Protección pero no recibió una respuesta positiva”, comentó Leidy Acosta, hija de la víctima. Aunque se desconocen con exactitud las causas del crimen, lo único cierto es que el asesino consiguió llegar hasta Villas de Alcaraván y propinarle varios balazos en diferentes partes del cuerpo.
Información oficial señala que la víctima presentaba anotaciones en el SPOA como indiciado por los delitos de amenazas, calumnia, estafa, injuria, desplazamiento forzado, constreñimiento, invasión de tierras, fraude de proceso y lesiones.