FUENTE: AGENDA PROPRIA
UNA HERENCIA : LA LUCHA DE LOS PIO PARA DEFENDER LOS BOSQUES
19 DE NOVIEMBRE DE 2020
Por: Ralph Zapata.
Hace siete años, Gonzalo Pio Flores lamentó la muerte de su padre, un activista ambiental que se dedicaba a proteger las tierras de la comunidad Asháninka de Nuevo Amanecer Hawai en el centro de Perú. Posteriormente y hasta mayo de 2020, este joven indígena siguió con la misión de su padre hasta que también fue asesinado. Esta historia de la serie #DefendingWithoutFear muestra cómo tratar de proteger el bosque puede convertirse en una sentencia de muerte.
Si hubiera caído boca abajo cuando la arrojaron al arroyo, con el cuerpo fuertemente golpeado y las manos amarradas a la espalda, Maribel Casancho se habría asfixiado y no estaría aquí para contar lo sucedido el domingo 17 de mayo de 2020. En un con voz temblorosa, dice que fueron las siete horas más duras de su vida. Ella y su esposo, Gonzalo Pio Flores, fueron llevados al bosque y torturados antes de dispararles. El líder indígena murió desangrado y Maribel, gravemente herida, fue arrojada a un pequeño riachuelo cercano.
La muerte de Gonzalo, un activista dedicado a la protección del medio ambiente en el centro de Perú, no fue un hecho aislado. Según la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, 12 líderes ambientales han sido asesinados en el país durante los últimos siete años. Gonzalo había heredado esta misión de su padre, Mauro Pío Peña, quien también fue asesinado cuando intentaba ayudar a los asháninka a obtener el título de sus tierras en Nuevo Amanecer Hawai, una comunidad ubicada en la triple frontera entre Junín-Pasco y Ucayali. Es una de las áreas con mayor biodiversidad de la selva amazónica peruana y también una de las más devastadas. Defender la tierra, como su padre, le valió a Gonzalo primero amenazas de narcotraficantes y madereros que operan ilegalmente en la zona, y luego la muerte.
En la tarde del crimen, Gonzalo y Maribel salieron de su casa en San Pascual y se dirigieron hacia el Alto San Pascual, que está a media hora a pie. Ambas son comunidades de la Amazonía peruana, zona que alberga a 51 grupos indígenas, entre ellos los Asháninkas, los Awajún y los Shipibos.
Hacía calor, pero eso no impidió que fueran a buscar trabajadores para cosechar café en su finca. Cuando llegaron, Gonzalo y Maribel fueron a ver a unos viejos amigos. Estaban pidiendo sugerencias sobre a quién contratar cuando escucharon disparos provenientes de la casa de la familia Ernesto Paredes. No era la primera vez que tenían problemas con ellos. Desde 2017, la familia culpaba erróneamente a Gonzalo por la muerte de uno de sus familiares. Sin embargo, Rocío Meza, quien es abogada, dice que el supuesto problema parece una excusa e insiste en que fue planeado para ocultar el aparente vínculo entre el crimen que estaban a punto de cometer y el papel de Gonzalo en la defensa del medio ambiente.
En ese momento, los disparos sonaron cada vez más cerca. Asustados, Maribel y Gonzalo corrieron a refugiarse en la casa de Felipe Ernesto Anacina. Era alguien de confianza, pero también es tío de los hermanos Ernesto Paredes. Cuando Maribel y Gonzalo llegaron a la casa de Felipe, le dijeron que habían venido al pueblo a contratar trabajadores y no a buscar problemas. Parecía estar escuchando lo que decían; es decir, hasta que llegaron Bruss, Rosalinda, Erica y Sheryl Ernesto Paredes con machetes y palos.
Golpearon a Gonzalo en la cabeza con un palo, derribándolo, y amenazaron a Maribel con un machete. Ernesto Anacina no intervino. Varios vecinos, entre ellos Francisco López, quisieron defender a la pareja, pero sus agresores amenazaron con matar a cualquiera que intentara detenerlos. Con las pocas fuerzas que pudieron reunir, Maribel y Gonzalo lograron correr hacia un cafetal cercano, pero no llegaron muy lejos. Sus agresores pronto los alcanzaron. Luego, mientras les decían que los matarían como perros, Gonzalo y Maribel fueron amarrados, torturados y forzados por un camino ancho y polvoriento.
Maribel recuerda que caminaron durante media hora con las manos atadas a la espalda, empujadas y empujadas por el camino, hasta llegar a un lugar aislado. Hablando en asháninka, el idioma de su pueblo, rogó por su liberación, prometiendo no decir nada a nadie ni denunciarlos a la policía.
“Cállate o le vuelo la cabeza a tu esposo”, gritó Bruss Ernesto Paredes, mientras golpeaba a Gonzalo.
La carga de un legado
La historia de Gonzalo Pio Flores, quien vivió hasta los 45 años, estuvo marcada por la desgracia. En 2013, en medio de una lucha histórica por la titulación de las tierras reclamadas por Nuevo Amanecer Hawai, su padre, el fundador del pueblo, fue asesinado en una manifestación de protesta contra la tala ilegal.
La disputa por sus tierras había comenzado tres décadas antes. En 1987, durante una guerra interna contra la guerrilla Sendero Luminoso, los habitantes de la comunidad (ubicada entre las regiones de Junín, Pasco y Ucayali) fueron desalojados por los terroristas. Mauro Pío y su familia se refugiaron primero en San Pascual y luego en el pueblo de Satipo. En San Pascual dejó una casa y una finca que eventualmente fue ocupada a lo largo de los años por su hijo, Gonzalo, quien usó la tierra para cultivar café.
La familia estuvo exiliada allí durante trece años, hasta que miembros del Ejército Peruano les dijeron que su comunidad, conocida entonces como Piliari, había sido pacificada. Esta noticia llevó a Mauro a alentar a otros miembros indígenas de la comunidad a regresar a casa. Cuando lo hicieron, tres años después, cambiaron el nombre de la ciudad a Nuevo Amanecer Hawai (Nuevo Amanecer de Hawái) en honor a los restos de una plantación de piña hawaiana que se encontraron cerca. También es una metáfora de un nuevo comienzo.
El padre de Gonzalo luego se convirtió en el jefe local y ocupó ese cargo hasta que lo mataron. Siete años antes, había convencido a la Autoridad Agrícola Regional de Pasco para que reconociera a su comunidad y comenzara el proceso para otorgarles la titulación de sus tierras.
En ese momento, la comunidad también comenzó a tener problemas con un grupo de empresarios dueños de concesiones madereras. «Mauro debía reunirse nuevamente con el presidente del Consejo de Ministros una semana después para continuar con el proceso de titulación. Pero recibió un disparo en la cabeza el 27 de mayo de 2013. Los que estaban talando ilegalmente querían evitar que obtuviéramos el título [para nuestra tierra]», dice Julio Tunque, amigo de los Apu y ahora representante de la comunidad.
La policía identificó al autor intelectual del asesinato de Mauro Pío como Víctor Romero, quien era gerente de una empresa conocida como Productos Forestales SRL. Los dos hombres que perpetraron el crimen también fueron identificados, pero las autoridades los liberaron a todos por falta de pruebas. A OjoPúblico le dijo Rocío Meza, abogada del Instituto de Defensa Legal (IDL), que “el caso ha quedado impune”.
Cuando murió su padre, Gonzalo, el tercer hijo de Mauro, fue elegido como miembro del comité de seguridad y defensa territorial de Nuevo Amanecer Hawai. Es decir, se le encomendó la misión que había iniciado su padre: defender la tierra de intrusos, traficantes de tierras, narcotraficantes y taladores ilegales.
Para ayudar a lograr ese objetivo, Gonzalo comenzó a estudiar educación primaria en 2018 en una universidad en el pueblo de Satipo. “Quería defender nuestros derechos, nuestro territorio y educar a los más jóvenes, a las nuevas generaciones”, dice su esposa, de 41 años.
Esperando el Título de la Tierra
Nuevo Amanecer Hawai está ubicado en el área de la triple frontera a lo largo del cruce de Junín-Pasco y Ucayali, en una región conocida como Gran Pajonal, que alberga bosques tropicales que han atraído la tala ilegal y los traficantes de tierras. Los asháninka ya se habían asentado en la zona cuando allí se estableció una conocida ruta de tráfico de drogas y madera, según informes policiales. Ochenta familias viven en un área de 32 mil hectáreas que fueron reconocidas por la Junta Regional de Agricultura en 2006. Sin embargo, como explica Julio Tunque, 12 mil de esas hectáreas fueron invadidas dos años después por madereros ilegales.
Fue entonces cuando comenzaron los problemas de la comunidad. La Organización para la Formalización de la Propiedad de la Tierra (COFOPRI) fue relevada de su función como catastro, y esa responsabilidad fue asumida por las autoridades del gobierno regional. Las empresas forestales llegaron poco después y provocaron un conflicto por los derechos sobre la tierra.
“Las normas dicen que no se pueden otorgar concesiones forestales en jurisdicciones donde coincidan comunidades indígenas, y menos donde no se hayan definido sus límites”, explica Rocío Meza. En 2012, Mauro Pío se reunió para discutir este problema con Óscar Valdés, quien fuera presidente del Consejo de Ministros durante la administración del presidente Ollanta Humala (2011-2016).
En esa reunión se firmó un acuerdo para otorgar títulos a varias comunidades, una de las cuales era Nuevo Amanecer Hawai. Aunque su líder fue asesinado un año después, los esfuerzos por obtener la titulación de la tierra no se detuvieron y Gonzalo continuó el proceso, junto con el nuevo líder de la comunidad, Jhover Melendez Flores.
Al momento de escribir este artículo, la comunidad había interpuesto una demanda de protección para defender sus derechos como grupo indígena, con el apoyo del IDL. “Se interpuso tras la muerte de Mauro Pío; sin embargo, dos años después, la Corte Constitucional aún no se había pronunciado sobre el caso”. explica el abogado.
El director regional de la Autoridad Agropecuaria de Pasco, Ismael Cusi Ramón, dijo a OjoPúblico que Nuevo Amanecer Hawai está incluido en un grupo de comunidades programadas para ser tituladas de sus tierras a través de COFOPRI. El procedimiento, sin embargo, ha sido suspendido debido a la pandemia. El nuevo jefe de la comunidad dice que el COVID-19 es una excusa para retrasar el proceso de titulación y favorecer más concesiones forestales.
Crimen sin castigo
“No llores, Marita. ¿Qué podemos hacer? Dejémoslo en manos de Dios”, le dijo Gonzalo a Maribel, su esposa, momentos antes de que le dispararan por la espalda.
Maribel vio caer a Gonzalo hacia la derecha y, herida, pero no de muerte, se derrumbó hacia la izquierda. Aturdida y en el suelo, vio que Gonzalo aún respiraba. Pero sus secuestradores no tardaron en acabar con él. Y viendo que Maribel aún estaba viva, la golpearon con la culata de una escopeta hasta desfigurarla, la colgaron y luego la tiraron al riachuelo.
Se quedó allí durante unas dos horas, hasta que logró recuperar fuerzas y regresar a su comunidad para buscar ayuda. El parte policial de la comisaría de Satipo señala que Rosa Márquez Maldonado, una vecina, llamó a la teniente de policía Rosario Suazo Pariona en Santa Rosa de Cashingari, quien ya participaba en la búsqueda de la pareja. Horas antes, una de las sobrinas de Gonzalo había denunciado su desaparición ante la policía de la misma comisaría.
Un testigo dijo a la policía que vio cómo Bruss, Rosalinda, Erica y Sheyrli Ernesto Paredes se llevaban a la fuerza a la pareja asháninka. Mientras la policía retiraba el cuerpo de Gonzalo Pío, el fiscal Jhon Barrón descubrió señales de que había sido ahorcado y baleado. Le cortaron la oreja izquierda y le ataron las manos a la espalda.
El caso está siendo investigado por la fiscal Martha Baldeón Berrocal, pero no ha habido muchos avances. Se sabe que los hermanos Ernesto Paredes atacaron a Pío mientras afirmaban que había asesinado a uno de sus familiares en 2017. Sin embargo, las autoridades investigan si la familia está involucrada en algún tipo de actividad ilegal.
Maribel Casancho no descarta la posibilidad de que su esposo haya sido asesinado por defender su territorio de los narcotraficantes y de los madereros y mineros que operan ilegalmente en la zona. “Recibió muchas amenazas de personas vinculadas a esas actividades”, dice.
Rocío Meza, la abogada que asesora a Maribel, está de acuerdo. Ella cree que el motivo de la venganza no encaja con el crimen. Gonzalo y su padre eran defensores de su territorio y vistos como un obstáculo por quienes se dedicaban a actividades ilícitas que querían instalarse en los bosques de Junín. “Estaban rodeados de un ambiente muy hostil, por su lucha ambiental. Entonces, la supuesta venganza parece más una excusa para desviar la atención del verdadero motivo”, dice.
El último jueves de agosto, los Relatores Especiales de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, Ejecuciones Extrajudiciales y Derechos de los Pueblos Indígenas informaron que aún no habían recibido respuesta del gobierno peruano sobre los asesinatos de los líderes ambientales Gonzalo Pío Flores y Arbildo Meléndez, ambos de Huánuco. Estos crímenes ocurrieron durante la pandemia. “Nos preocupa que los defensores ambientales estén en mayor riesgo porque los ataques se centran en las personas que trabajan para obtener el título de propiedad de sus tierras”, dijeron en un comunicado de prensa.
Mientras tanto, Maribel teme por su vida. Ella y sus tres hijos se han refugiado en otro lugar. “He recibido amenazas de muerte y tuve que irme de mi comunidad”, dice, mientras pide ayuda en el proceso de buscar justicia. Ella siente que el caso está paralizado. Ha pedido el expediente al fiscal, pero se niega a enseñárselo porque no hay nada nuevo. “Los imputados están prófugos y no han declarado. Eso me dijo ella”, dice Maribel.
Nota. Este artículo es parte de #DefenderSinMiedo, una serie periodística que cuenta la historia de mujeres y hombres que luchan por defender el medio ambiente en tiempos de pandemia. Desarrollada por Agenda Propia, en coordinación con veinte periodistas, editores y medios aliados en América Latina, la serie es posible gracias al apoyo de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA), una ONG global