En junio de 2016, Allan Martínez, campesino de 19 años en la región de Bajo Aguán, Tocoa en Honduras, fue asesinado en un día de celebración mientras jugaba al fútbol. Allan Martínez era miembro del movimiento campesino «Gregorio Chávez» y lo asesinaron por haberse implicado en la recuperación de unas tierras de las que anteriormente habían sido despojados.
El movimiento campesino «Gregorio Chávez» se creó en 2012 con el objetivo de defender el derecho de los pueblos indígenas al territorio. De hecho, desde 20909 las comunidades del Bajo Aguán son víctimas de una guerra por el territorio, donde diferentes grupos luchan por la propiedad de las tierras y las cosechas. Esto acaba, a menudo, con la vida de los campesinos y los pequeños terratenientes. En el caso de Allan Martínez, el había participado a la recuperación de un territorio de 10 hectáreas que habrían usado para viviendas. El coordinador de ese territorio, Manuel Villa, también fue asesinado el mismo día.
El caso de Allan Martínez es emblemático porque representa la situación de cientos de campesinos y miembros de comunidades locales que continúan siendo afectados por el conflicto por el territorio. Al hermano de Allan Martínez, Cristian Martínez, lo secuestraron en el pasado debido a su participación en el movimiento «Gregorio Chávez».