El 25 de mayo de 1717, Víctor Castillo Segundo fue fusilado varias veces frente a su casa en Nariño, Colombia, y murió instantáneamente.
Victor participó en el proceso para desmovilizar a más de 300 hombres que participaron en el transporte y la fabricación de cocaína. Había tenido éxito en persuadir a 120 hombres jóvenes a renunciar a su participación en las drogas y tomar trabajos normales.
Sin embargo, Victor no estuvo de acuerdo con el acuerdo firmado entre las FARC y el gobierno sobre la base de que simplemente continuarían sus crímenes en áreas rurales aisladas como Tumaco, donde vivía. Tumaco es una de las áreas con mayores niveles de producción de coca en Colombia, y también es uno de los principales puntos de partida de la cocaína destinada al mercado de los Estados Unidos.
Victor, y otros 6 líderes comunitarios, habían recibido amenazas de muerte en las semanas previas de personas que se oponían al trabajo que él estaba haciendo. Como resultado de estas amenazas, la Defensoría del Pueblo ordenó que se le brindara protección y le dieron un chaleco antibalas para protección y dinero para reubicarse si lo necesitaba.
Posteriormente, Cristian Francisco Caicedo Sánchez fue arrestado por el asesinato y se lo encontró involucrado en un grupo armado organizado llamado ‘Gente del Orden’.