En punto de las 12 del día, se registró el asesinato del escritor y periodista Jesús Javier Valdéz Cárdenas en el centro de Culiacán.
El ahora occiso practicaba su labor periodística para el semanario local Rio Doce, mismo del que era fundador, así como también se desempeñaba como corresponsal para La Jornada.
De acuerdo a información recogida por testigos, el comunicador fue interceptado por un individuo armado, quien lo despojó de su vehículo Toyota Rojo disparándole en repetidas ocasiones.
Nació en Culiacán Rosales, Sinaloa, el 14 de abril de 1967. Estudió sociología en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Fue reportero de los noticieros televisivos del Canal 3, a principios de los 90, en Culiacán. Obtuvo el Premio Sinaloa de Periodismo por trabajos en la sección cultural de este noticiero. Ingresó al periódico Noroeste y desde 1998 era corresponsal del periódico nacional La Jornada.
Su trabajo le había valido a Ríodoce en 2011 el Premio Moors Cabot, que entrega la Universidad de Columbia, y ese mismo año el Premio Internacional a la Libertad de Prensa, que otorga el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés).
«Es el más importante premio que he tenido», dijo en su momento sobre la distinción del CPJ , «y ahora me siento apabullado porque desde fuera ven mi trabajo y lo consideran valioso en esta situación de guerra, de violencia, de riesgos para todos los que vivimos en este país, y para los periodistas».
Al recibirlo dio un discurso en el hotel Waldorf-Astoria de Nueva York, lejos de la tierra donde escribió sus reportajes que le valieron el reconocimiento pero no se olvidó de ella ni de su gente.
«Donde yo trabajo, Culiacán, en el estado de Sinaloa, México, es peligroso estar vivo, y hacer periodismo es caminar sobre una línea invisible trazada por los malos —que están en el narcotráfico y en el gobierno— en un campo sembrado de explosivos», dijo, «esto es lo que la mayoría del país vive. Uno debe protegerse de todo y de todos, y no parece haber opciones ni salvación, y a menudo no hay nadie a quien acudir».
A Valdez no era necesario que nadie le explicara el riesgo, constante, que tenía en frente. En 2009 tiraron una granada contra la oficina del semanario. Pero él nunca dejó de escribir ni de contar lo que se debía contar.
Fuente: Debate / BBC